Por Pau Abad
Acerca del fenómeno de las “fake news”, una vez escuché que lo peligroso de la propaganda moderna no es lo que se cuenta a medias o de forma tergiversada, sino lo que se deja de contar. Es cierto. Una “fake new” sirve más que nada para radicalizar la opinión de los que ya piensan de una manera. Sin embargo, lo peligroso para el poder dominante son aquellas informaciones reales que son capaces de cambiar la opinión de las personas.
Y eso es lo que me ha pasado a mí justo en plena época de rebajas de enero. He decidido que voy a dejar de comprar ropa en ciertas tiendas y empezar a ser muy selectivo. Es lo que tiene correr el riesgo de ver documentales como “The True Cost” (El Verdadero Precio) que pasan desapercibidos a pesar de la gran calidad y fiabilidad de lo que cuentan.
Costureras explotadas en una fábrica textil de Dakha (Bangladesh) / The True Cost
Vamos a poner nombres: Inditex, H&M, Primark… En realidad hablamos de casi cualquier prenda que venga de Bangladesh, Pakistán o India, entre otros países, y que no tenga el sello de comercio justo. Amigos, no tenemos ni idea de la miseria humana que se esconde detrás de la mayoría de prendas que vestimos.
Todo empieza desde el momento en que hemos decidido que la ropa es moda, y que la moda pasa de moda cada vez más rápido (fast fashion). Eso son las rebajas. La ropa está intocable, pero está pasada. Hemos pasado de ropa de invierno y verano a ropa para casi cada mes. Y por supuesto, el fenómeno enfermizo del Black Friday ya es parte de nuestras vidas. El gran engaño de la propaganda consumista no hace más que crecer.
Una de las trabajadoras explotadas que son entrevistadas en el documental.
Y como la demanda no para de crecer, la miseria humana detrás de la industria textil también crece a pasos de gigante, empezando por el punto cero de la cadena textil: el algodón. Es sencillo de explicar. El algodón que nos cubre proviene muchas veces de los estados centrales de la India (ver mapa), que hacen de la India el mayor productor mundial de algodón. La demanda es tan grande que los agricultores se ven forzados a usar productos químicos para acelerar los procesos. Esos pesticidas van matando la tierra poco a poco, obligándoles a usar cada vez más pesticidas para cumplir los plazos de producción.
Los agricultores se adeudan cada vez más por el coste de mantener los campos con pesticidas, hasta el punto de perder su trabajo y tierras por no poder saldar sus deudas. Desde 1999, en estos estados de la India se han suicidado unos 300.000 agricultores. No solo eso, los poblados de la región están llenos de niños y jóvenes con deformidades, muertes prematuras y una esperanza de vida muy baja. Por no hablar de las consecuencias de la contaminación que se vierte en ríos como el Ganges.
Muchos niños nacen con deformidades en los campos de algodón de la India / The True Cost
Ese algodón llega, por ejemplo, a Bangladesh donde miles de mujeres han tenido que dejar a sus hijos al cargo de otros familiares o de orfanatos por tener que trabajar jornadas laborales eternas a cambio de un sueldo miserable. ¿Culpa de los fabricantes locales maquiavélicos? Puede. Pero a los responsables principales los tenemos más cerca. ¿O es que realmente crees que los chollos de Primark se deben a su compromiso con los derechos humanos?
Nuestra prisa por estrenar nueva ropa lleva a las marcas a exigir a los fabricantes plazos casi imposibles a un precio de risa. Y he ahí la razón principal de la horrible esclavitud laboral que estamos pagando, por ejemplo, con ese jersey que nunca llegamos a usar porque, pensándolo bien, no nos gusta tanto como creíamos. Y, créeme, este sistema que antepone nuestros caprichos a la dignidad y los derechos de todas las personas tiene consecuencias catastróficas. Para muestra, un botón: la tragedia de Rana Plaza (no esperes encontrar el nombre de las marcas en la noticia).
En la tragedia de Rana Plaza murieron más de 1.100 personas / The True Cost
¿Comprarías gasolina al Estado Islámico?
Sé que la reflexión que voy a hacer ahora te puede resultar dura de aceptar, como me pasó a mí cuando me la hice a mí mismo. Ahí va: ¿comprarías gasolina en tu gasolinera de siempre si supieras con certeza que esa gasolina proviene de las reservas del Estado Islámico o Al-Qaeda? Voy a serte sincero. Seguramente, ya lo has hecho.
¿Comprarías una camiseta de 5€ “Made in Bangladesh” si supieras que esa camiseta la ha tejido una mujer cuya vida y familia está destrozada por la explotación laboral, y cuyo algodón ha causado muertes y enfermedades? Vuelvo a serte sincero. Lo estamos haciendo. Las grandes empresas no son una ONG. Cuando se trata de hacer dinero, el fin justifica los medios. Pero hazte la pregunta: ¿ese jersey que llevas… realmente justifica los medios?
Puedes elegir mirar hacia otro lado pero ya nunca podrás decir que no lo sabías
William Wilberforce
¡Ay de los que emiten decretos inicuos y publican edictos opresivos! Privan de sus derechos a los pobres, y no les hacen justicia a los oprimidos de mi pueblo; hacen de las viudas su presa y saquean a los huérfanos.
Isaías 10:1,2